El queso tiene
una conservación limitada y, si no lo consumimos dentro del límite establecido,
puede empezar a estropearse. Sin embargo, existen algunas técnicas de
conservación muy eficaces que nos permiten mantener los quesos en perfectas
condiciones durante más tiempo. Las formas
de conservación varían en función del tipo de queso.
Los quesos frescos
son los que tardan menos en estropearse. Por eso, recomendamos que una vez
abiertos y sacados de su envoltorio los reservemos en una fiambrera o en cualquier
envase con tapa. En el fondo del mismo, pondremos 4 capas de papel absorbente,
como el de cocina, para que absorba el líquido que soltará el queso. Es
necesario cambiar el papel todos los días para evitar malas olores.
Los quesos blandos que vienen en envases o
cajas se conservan mucho mejor en su envase original. Una vez abierto, deberás
cubrir la parte cortada con papel de plástico transparente, guardar el queso en
su caja y dejarlo en la nevera.
Para los quesos blandos que no vengan en cajas ni envases con cierre, lo mejor es colocarlos en una bandeja de porexpan. Es muy importante que no mezcles los quesos y los conserves de manera individual. Así, coloca el queso blando sobre la bandeja y cúbrela por completo con papel de plástico transparente. Introdúcelo en el frigorífico. En general, este tipo de quesos suelen tener un olor bastante fuerte que puede impregnar toda nuestra nevera, de manera que, para evitarlo, puedes introducir la bandeja plastificada en un envase con tapa.
Para los quesos blandos que no vengan en cajas ni envases con cierre, lo mejor es colocarlos en una bandeja de porexpan. Es muy importante que no mezcles los quesos y los conserves de manera individual. Así, coloca el queso blando sobre la bandeja y cúbrela por completo con papel de plástico transparente. Introdúcelo en el frigorífico. En general, este tipo de quesos suelen tener un olor bastante fuerte que puede impregnar toda nuestra nevera, de manera que, para evitarlo, puedes introducir la bandeja plastificada en un envase con tapa.
Los quesos duros o semiduros, independientemente
de si son tiernos, curados o semicurados, deben conservarse envueltos en papel
de plástico una vez empezados. Pero no debes cubrir todo el queso. Solo tendrás
que tapar con el papel transparente la parte cortada, pues si lo envuelves por
completo el queso no podrá respirar. Resérvalos en la parte más baja de la
nevera o dentro de algún cajón, alejado del congelador.
TEMPERATURA:
Los quesos blandos requieren de una temperatura de entre 3º
y -7ºC para conservarse en perfectas condiciones, mientras que los duros
necesitan entre 7º y 12ºC. Es por ello que estos últimos debemos reservarlos en
la parte más baja de la nevera, alejados del congelador, donde la temperatura
es más alta.
Otra forma de conservar los quesos curados y semicurados es
en aceite de oliva virgen. Podemos coger un recipiente, llenarlo de aceite de
oliva, guardar el queso dentro y, si queremos, añadir hierbas aromáticas como
tomillo, laurel o romero.
ANTES DE CONSUMIRLO:
Para que mantengan su textura y sabor, a la hora de
consumirlos los quesos deben estar a temperatura ambiente. Por eso, es conveniente
retirarlos del frigorífico 1 hora antes de consumirlos. Es posible que la parte
cortada presente una ligera capa de moho si lleva bastante tiempo o se haya
endurecido. No te preocupes por ello, solo córtala. El resto estará en
perfectas condiciones.
Por supuesto, no olvides consultar la fecha de caducidad
para consumirlos dentro del plazo. Y después de estos consejos, solo nos queda decirte...
¡Buen provecho!